sábado, 18 de diciembre de 2010

FEMINISMO COMO MOVIMIENTO SOCIAL

En pleno siglo XXI, con una Declaración Universal de los Derechos Humanos en vigor, multitud de constituciones definidas como democráticas, y una sociedad que se autoproclama abanderada de la igualdad de derechos y oportunidades, hablar de feminismo podría parecer una cuestión obsoleta y distante de las necesidades sociales reales; de hecho, desde algunos sectores se empeñan en calificar al feminismo como una cuestión anticuada, así como reducirlo a una simple cuestión de reparto de tareas en el hogar.

            Sin embargo, en 2010 (casi 2011), hablar de feminismo es hablar de la más pura y necesaria actualidad; porque hablar de feminismo no es otra cosa que reivindicar la igualdad de derechos entre la mujer y el hombre, todos esos derechos que, en cuanto que personas, todos los habitantes de la tierra deberíamos disfrutar… y no debemos dejarnos manipular… la consecución de derechos de las mujeres no ha tenido la misma trayectoria que la consecución de derechos por parte de los hombres, y no tener la misma trayectoria significa que ha necesitado de una lucha más ardua y duradera en el  tiempo,  que la mayoría de las veces han sido  mermados, e incluso, reinterpretados . La concesión de derechos ha venido siempre de la mano de la visión que gobiernos y poderes  tuvieran del sector de población a quienes iban dirigidos, visión siempre influida (como pescadilla que muerde su propia cola)  por religión y cultura; y a éstas, por muchos motivos les ha convenido considerar a la mujer como un sector atrasado de la sociedad.

            Reivindicar, a las puertas de 2011, el Feminismo como movimiento social es poner en la palestra la desigualdad de salarios entre hombres y mujeres, la desigualdad entre los mismos en el acceso al trabajo, la desigualdad en cuanto al derecho a la promoción laboral y personal,  la desigualdad en cuanto a la interpretación de algunas leyes, etc., etc., y esto es hoy y ha sido siempre: una de las demandas que, en 1908, llevó a las trabajadoras de la Fábrica Cotton de New York a poner en marcha una huelga y encierro en dicha fábrica (que les costó la vida)  era la de igualar sus salarios con los de sus compañeros hombres… ¿nos suena esta reivindicación?

            Cuando, en 1931, llega la II República a España, la situación de las mujeres era caótica, una tasa de analfabetismo de casi el 50%, no existían lugares donde las mujeres pudieran dejar a sus hij@s durante su jornada laboral, su acceso al trabajo era reducido además de dificultoso… las condiciones sociales estaban dirigidas a mantener a las mujeres en la pequeña cuadrícula que configuraba el hogar, eternizando su estatus de sometimiento al hombre.

            Con la proclamación de la II República, en abril de 1931,  la igualdad de los sexos pasa a ser una posibilidad real, ya que su Constitución reconoce el principio de igualdad de derechos de los dos sexos. La II República supone la adopción de una serie de medidas que, cuando menos, van a despertar muchas conciencias de mujeres y  van a ir abriéndoles puertas: en 1931 se otorga a las mujeres el derecho al voto, ese mismo año  se aprueba la jornada laboral de 8 horas, la Ley del Descanso Dominical, la regularización del trabajo nocturno, también se decreta la laicidad del Estado; en 1932, la Ley de Matrimonio Civil y la Ley del Divorcio, reconociendo el divorcio por mutuo acuerdo y el derecho de la mujer a tener la patria potestad de los hijos; en 1936 el Gobierno de la Generalitat de Catalunya despenaliza y legaliza el aborto y se permite la venta de anticonceptivos; en la educación, se permitieron las escuelas mixtas y la coeducación… estas y otras medidas van introduciendo a las mujeres en la vida pública española, reduciendo las tasas de analfabetismo,  haciendo efectiva su importancia y participación.

            En todos estos avances, los partidos políticos de izquierdas han tenido un importante papel: “El PCE siempre tuvo una orientación decidida hacia la mujer, intentando captarla para la militancia en sus filas y logrando pasar, entre 1936 y 1939, de 179 afiliadas a 4.203”[1], esto estuvo motivado por el estallido de la Guerra Civil, en la que, con la incorporación de los hombres al frente, las mujeres tuvieron que ocupar los puestos de trabajo de éstos, lo que aumentó su conciencia de clase y su independencia; las milicias obreras fueron el segundo ejército del mundo que incorporó a la mujer… la izquierda, en su historia,  ha defendido la equiparación de derechos de las mujeres y los hombres, a pesar de que Largo Caballero, apoyado por el PCE y más tarde por los anarquistas, decretó (durante la Guerra Civil) la prohibición de luchar en el frente a las mujeres, replegándolas a las tareas domésticas dentro de los batallones.

            Sin embargo, el mayor retroceso en cuanto a los derechos de las mujeres vino de la mano del triunfo  de la dictadura franquista (1939), con el incondicional apoyo de la iglesia católica: las mujeres que habían tomado parte en la lucha activa fueron encarceladas, rapadas al cero, paseadas por las calles, fusiladas,  condenadas a vivir en la discriminación y  la miseria… pero para todo el conjunto de mujeres españolas, desde 1939 hasta 1976-77 hubo otro tipo de castigo: la derogación de todos sus derechos; la mujer volvió a estar confinada en el ámbito doméstico, alejada de los centros de decisión y poder del Estado, bajo el control y la patria potestad de los miembros masculinos de su familia, sin apenas derecho al trabajo, sin apenas derecho a hacer por sí misma, a sentir por sí misma, a pensar por sí misma, sin derecho a ser un ser humano independiente y libre.

            Al final de la dictadura (años 70), se produce un desarrollo económico que induce a nuevos cambios que contribuyen a la mejora social: el duro trabajo doméstico se facilita gracias a los nuevos electrodomésticos y a la nueva industria de confección y alimentaria, dando paso a un modelo de mujer que respondía al propuesto por la Sección Femenina y la Iglesia Católica.

 No obstante, en 1975 se celebran las primeras Jornadas Estatales por la Liberación de la Mujer, y, en 1978, la Constitución Española recoge en su art. 14 “la igualdad de los españoles ante la ley, sin que prevalezca discriminación de sexo, religión u opinión o cualquier circunstancia personal o social”. A partir de ahí, con una extraordinaria lucha del movimiento feminista (desde partidos políticos de izquierda y movimientos sociales) se van recuperando derechos que han facilitado la mejora en el ámbito social y la consecución de derechos de la mujer en igualdad con el hombre.

De esta forma, hemos llegado a finales del 2010 cuando, el analfabetismo de las mujeres es algo residual, su acceso a la educación básica, secundaria, profesional y universitaria no encuentra trabas especiales frente a los hombres; las mujeres pueden elegir y ser elegidas en los procesos democráticos; las mujeres pueden decidir su derecho a la maternidad; las mujeres no tienen la obligación de recibir el permiso de sus familiares varones para tomar sus propias decisiones, etc., etc.


            Ahora bien, frente a este reconocimiento de derechos:

  • Siendo mayoritaria la presencia de las mujeres en las universidades españolas, siendo sus expedientes académicos mejor que los de sus compañeros, los puestos de mando y decisión continúan, mayoritariamente, ocupados por hombres
  • La diferencia entre los salarios de un hombre y una mujer en igual puesto de trabajo es de un 27% menor en el caso de las mujeres
  • La conciliación de la vida laboral y familiar, las pocas medidas tomadas a este respecto, van generalmente dirigidas a que sea la mujer quien tenga que adoptarlas
  • Los distintos gobiernos han sido incapaces de adoptar medidas efectivas que acaben con la violencia machista, violencia que, en nuestro país, se cobra la vida de más de sesenta mujeres cada año

Estas, y otras circunstancias, hacen necesario continuar con las reivindicaciones feministas… probablemente hemos conseguido que la ley se ponga de parte de las mujeres y nos reconozca como ciudadanas, con todo lo que ello implica en derechos y obligaciones; probablemente hemos conseguido mirarnos a nosotras mismas como algo más que simples compañeras de los hombres, como algo más que simples madres de nuestra descendencia; probablemente hemos conseguido abrirnos las puertas del campo… ahora nos toca caminarlo, con fuerza y firmeza.


[1] Cobo Juana;  La mujer trabajadora en la II República; http://revolucionespanola.elmilitante.org/articulos/mh_4.htm

Área Feminismo  como Movimiento Social

4 comentarios:

  1. Que buen trabajo ha desarrollado Eva, como vocal del Feminismo como Movimiento Social. Sin duda esto animará al resto de vocalías para ir elaborando documentos que sirvan de pare el debate y profundizar en cada uno de nuestros cometidos.

    Salud y República.

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  2. Magnífica iniciativa. Espero que tenga éxito. mucho ánimo y suerte.

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  3. Gracias... seguiremos adelante

    Besos, Salud y República

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